Jim y Aileen Miller, casados desde hace más de sesenta años, pasaron la mayor parte de su vida viviendo y trabajando en el centro de Nueva York. Jim tenía una gran aptitud para todo lo relacionado con la mecánica y fundó la J.E. Miller Corporation. Su mujer, Aileen, trabajaba como maestra de escuela. Cuando la salud de Aileen empezó a flaquear, Jim vendió su empresa y visitó a Aileen dos veces al día mientras vivía en un centro de asistencia. La bondad y la compasión que sentían el uno por el otro es algo que sus amigos recuerdan con cariño. Los Miller decidieron nombrar a la Fundación Comunitaria beneficiaria de su herencia. Su previsión al establecer disposiciones benéficas en su plan sucesorio permitirá que tanto su bondad como los frutos de su éxito sigan apoyando a la comunidad a la que llamaban hogar. Las subvenciones de este fondo se distribuirán para satisfacer amplias necesidades comunitarias de los barrios del centro de la ciudad.
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